No me importa cuál sea la alternativa a estar contigo. No me
importa la situación en la que te encuentres. Lo mala que sea. Me da
igual. Te prefiero. Prefiero andar kilómetros contigo que ir en un Porsche al
fin del mundo sin que tú estés en él. Prefiero sentarme a tu lado en el sofá
viendo "El secreto de Puenteviejo" que estar en esa fiesta sin ti.
Prefiero llorar contigo por no ir a donde las dos sabemos, a ir sin ti.
Preferiría que preparásemos unos sándwiches y nos sentáramos en el césped
rodeadas de hormigas a ir al restaurante más lujoso del mundo si no voy a comer
contigo en él (aunque los sándwiches lleven mayonesa). Preferiría, siempre y
sin excepción, estar en el mismo lugar que tú. Me da igual que no me guste, me
da igual. Debajo de un puente, muerta de hambre, calor o frío. Bajo la lluvia,
en plena tormenta. Aunque tenga otra opción infinitamente mejor. Todas esas
cosas que odio, las hago por ti. Y por nadie más. Ni siquiera por mí misma, y
lo curioso es que no importa el lugar, lo poco o nada que me guste, porque si
estamos juntas me encanta. Y eso, jamás llegarán a entenderlo. No llegarán a
comprender que para mí no existe un "¿hasta qué punto la quieres?".
No existe porque no hay un límite, no hay una línea que no traspasar. No hay
algo que no esté dispuesta a hacer. Te prefiero.