jueves, 3 de marzo de 2016

Amistad

Yo sabía que llegaría más gente a mi vida. Era consciente de que tendría que ver cómo la verdadera amistad no se repetía. Porque yo ya tenía la suerte de contar con casi una mano completa. Simplemente me resignaba a la idea de haber conocido a todas las almas con luz que iba a conocer en la vida. Porque no creo en los grises, en los términos medios, en los amigos a medias.
Yo creo en la amistad. Con todo lo que incluye.
Creo en las miradas. En las de verdad, en las que hablan, se entienden,  se ayudan y se consuelan.

Creo en recorrer la distancia que sea para regalar o, más bien, recibir un abrazo y luego volverte de nuevo por donde has venido.
Creo en decir "te quiero" un día de repente a las 17:43 porque simplemente te apetece.
Creo en lo incondicional. En que te daré porque la sonrisa que recibo ya es lo que das.
Creo en las personas que a las 4:32 de la madrugada se aguantan el sueño para darte un consejo.
Creo en las personas que saben cuándo hablar, cuándo callar, cuándo solo necesitas que te escuchen.
Creo en las personas que tengo en mi vida. Creo que son especiales, irrepetibles, y me siento afortunada. Porque me hacen ser lo mejor que puedo ser. Me hacen sentir lo más bonito que he sentido. Me hacen sonreír con la mayor profundidad con la que he sonreído. Me hacen tan dichosa que lloro, porque no me puedo creer tener lo que tengo.
Porque es emocionante, es total y completamente emocionante tener ganas de levantarte un lunes a las 7:30, quedarte los días completos haciendo cosas que desganan con personas que te recargan los ánimos,  que digo los ánimos... ¡La vida!
Es total y completamente emocionante salir de casa a las 16:00 de la tarde con la comida en la garganta, el sol el lo mas alto del cielo, con 30 km por delante, y hacerlo con una felicidad que no es física ni mentalmente posible.
Es total y completamente emocionante cómo "el valor adquirido con el tiempo" es relativo. Porque las flores florecen año tras año. Incluso traen con ellas una que otra florecilla que de repente se convierte en parte imprescindible de tu vida.
Es total y completamente emocionante darte cuenta que todo lo que puedes haber odiado de una persona se convierte en lo que mas extrañas cuando no está, quizás un simple crujido de huesos...
Creo verdaderamente en las personas que aprecian los pequeños detalles. En las personas que prefieren un trozo de papel con una sola palabra a cualquier otra cosa que haga de regalo.
Los mayores regalos son los que se dan, no los que se reciben.
Porque en el último segundo del día no te acuerdas de las  cosas que tienes, te acuerdas de las personas que te acompañan en el camino.
No sueñas con que te toque la lotería. Sueñas con las personas con las disfrutas que te haya tocado.
Porque en el último suspiro de vida no vas a recordar los bienes poseídos. Vas a recordar caras, voces, sentimientos, momentos. Porque esa persona va morir en paz, teniéndolo todo consigo. Porque se va y se lleva cada recuerdo.
Es más rico quien más abrazos ha dado y recibido, que cualquier otro que haya preferido otro tipo de vida sin tanto amor y con más lujo.
Creo en la amistad y creo en el amor. Y creo que la amistad es puro amor.

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