domingo, 18 de junio de 2017

Mariposa de fuego

Estoy posada. No vuelo. Parezco una estatua, según dicen, una obra de arte. Pura luz. Mariposa magia. No. No soy luz incandescente. No. No ilumino por brillar. Empatizo el dolor, sintiéndolo más mío que el propio. Me encuentro por el camino con otras especies que si van volando por la vida. Por eso siempre acabo quedándome sola. Las luciérnagas vuelan. Pasan. Viven. Yo estoy estática. Están conmigo intensamente mientras pasan a mi lado. Pero siempre acaban continuando. Y es lógico. Es lo normal. Pero yo no puedo volar. Porque lo que ilumina no es luz, es fuego. Incendio. Si bato las alas me acabaré consumiendo.

viernes, 24 de febrero de 2017

Almas


Poco a poco se van las personas que estaban. Quizás hayan significado mucho. Quizás no. Van y vienen. Conoces, desconoces, y vuelves a conocer. Vas descubriendo el significado de las cosas. Que más vale un abrazo en el momento justo, o un "te quiero" escondido es un trozo de papel, que esa noche en la fiesta aquella. Que hablar hasta pasadas las 5:00 o las miradas cómplices ante algo que tramar también son cosas que guardar. Vas descubriendo todo lo que esconde esa palabra que tanto pronunciamos: "amiga". Que las risas suman vida y que hay personas que te harían inmortal si fuera físicamente posible. Y de pronto un día conoces a alguien que le da mil vueltas al mundo. Que lo enreda todo. Que rompe todos los esquemas. Y te preguntas: "¿quién impulsa las manijas de la casualidad?". Personas especiales. Mágicas. Con luz. Almas en sí mismas. Esencia de vivir. Miradas. Atardeceres. Amaneceres. Poco a poco se van las personas que estaban. Conforme vamos creciendo, se va invirtiendo el número de personas que consideramos "amigas", a la misma vez que la calidad de esas personas alcanza límites insospechables. Incalculables. Infinitos.
Que el tiempo importa, pero no tanto. Que un día puede ser mas fugaz que un segundo, dependiendo del "quién". Que ya no importa el "dónde". Que no tiene sentido el "cuándo". Que las flores pueden durar más de una primavera. Y que, en realidad, el día a día es pura magia esférica. Sí, esférica. Porque rodeada de las personas adecuadas te das cuenta que mires por donde lo mires, la vida es preciosa. Con una sola persona que haga que mi vida sea así de maravillosa me sobra. Pero la cosa es que cuando te das cuenta de eso, empiezas a reconocer tesoros. Y te das cuenta que te estas haciendo rica.

Gracias, por ser una de esas pocas personas. Por contar conmigo. Construir conmigo. Reír conmigo. Sumar conmigo. Por ser mi "amiga", sabiendo ambas lo que significa esa palabra y todo lo que conlleva. Sigue siendo igual de mágica. Sigue cumpliendo sueños. Sigue compartiendo conmigo. Te quiero.
💜🔮

jueves, 29 de diciembre de 2016

El director de la orquesta

Eres tú. ¿Te das cuenta? Te conoces (a veces). Sabes lo que quieres (a veces, también). Y si aún no lo sabes, puedes tomar la decisión. Puedes. Esa es la clave: las posibilidades. Puedes tomarte un tiempo para decidir, o decidirlo en un segundo. Puedes tener en cuenta las opciones y sus consecuencias. O hacer lo que te apetezca en cada momento, sin que te importe la gente, sin pensarlo, sin más. Pero, aún así, ¿sabes qué? Que sigue siendo una decisión. Que tú decides decir lo que dices y hacer lo que haces, cuando está en tus capacidades callar un comentario o inhibir ese comportamiento. En realidad, hagas lo que hagas, hazlo. Hazlo siempre. Decide, ya sea bien o mal. Ve a ese viaje que llevas deseando hacer desde hace años, aunque tengas que comer dos meses seguidos arroz con sal, sonríe, enfádate y explica por qué, piérdete en un lugar desconocido y encuéntrate. Sal a correr. Baila, recógete el pelo, y luego en el estribillo de la canción, suéltatelo. Canta como una loca mientras conduces. Ve a almorzar donde y con quien te apetezca, empalma con tus compañeros, di NO. Y di SÍ. Incluso cuando no te apetezca. Es lo bonito. Eso es lo que cuenta. Darte cuenta conforme pasan los segundos y las sonrisas que es la mejor decisión que has podido tomar. Hazlo, de verdad, hazlo mientras puedas. Y aguanta hasta lo que te sea físicamente posible. Porque un día, un segundo después, quizás ya no. Quizás ya no haya posibilidades. Quizás solo la puerta se haya quedado abierta y tú hayas perdido para siempre la llave, pasando por el marco simplemente porque está abierta y por nada más. Sin rumbo fijo. La llave de la libertad, tu libertad. La llave que te permitía cerrar o abrir, la que te permitía elegir entrar o salir. La que te permitía dejar entrar o sacar a patadas. La que te daba la opción de elegir. La llave de tu alma, de tu luz y de tu esencia. Quien eras, quien podías llegar a ser y quien querías ser y... ya no. Ya no. Valora enormemente eso: las posibilidades. Siempre andamos quejándonos de todas las opciones y de que ninguna es la adecuada. Es incluso poético. Cuando no las tienes, no puedes pensar si SÍ o NO, no puedes hacer o no, no puedes decidir echar de menos las posibilidades, porque no tienes esa posibilidad. Tú mismo eres quien eres por las decisiones que eliges tomar, incluso por las que no. Y no tomar una decisión es también una gran decisión. Cuando no tienes eso, simplemente haces, dices, vas, y vienes. Sin decidir el qué, el cómo, el dónde ni el cuándo. Ya solo existe una sola posibilidad. Cuesta abajo y sin frenos. Frenos perdidos de la forma más efímera que puedas imaginar. Sin filtro. Cuánto daño llega a hacer un daño cerebral. Más del que se puede medir. Más del que se puede observar. Más del que se puede imaginar. Y más del que, por ahora y por desgracia, se pueda llegar a curar. Por más que se intente, nunca será como antes de esa tragedia.
Así que eso: vive.
Neuropsicologóa cognitiva.
Gracias, muchas gracias P.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Neuropsicología cognitiva

Me he dado cuenta de una cosa. Que se acaba el tiempo. Que vivimos en nuestro mundo de fantasías donde la vida es sana. Donde nada falta y que siempre hay un "mañana". Y ahora que estoy tomando conciencia del millar de cosas que pueden hacer que desaparezca tu vida, no puedo evitar amarla más. Leer un libro. La magia que ocurre en el cielo cuando el sol entra o sale del horizonte que tenemos delante y ni siquiera nos paramos a mirar. Las estrellas que nos perdemos por quedarnos en casa otro día más. Un café amargo y frío con un amigo. Ver una obra de arte. Ver tu favorita. Reconocerla. Cruzarte por la calle con un niño que se ríe a carcajadas y ver que ese sonido hace feliz a ocho personas que lo están mirando. El viento en la cara cuando alzas la barbilla yendo en bicicleta. El brillo de los ojos de unos abuelos cuando sus nietos van a verlos. Que tus abuelos aún te recuerden. Que digan el nombre de todos tus primos pero al final recuerden el tuyo. Que estén vivos. Ir a almorzar con tus amigos. Enfadarte. Reconciliarte. Conocer a alguien. Enamorarte. Desenamorarte. Que te dejen. Dejar. Volver. Marcharse. Hacer el amor. Ver una película en invierno. Ir dando saltitos para tocar solo las locetas de cuadritos. Abrazar. Tu familia en navidad. La mañana de Reyes. Y la noche. Causar una sonrisa. Mejorar un poco la vida de alguien. Viajar. Soñar. Imaginar. Creer. Tener ganas. Poder. Reconocer a tus seres queridos. Poder leer un "te quiero" que hay en el posit de la nevera. Acordarte de decir "lo siento". Recordarle a alguien que le echas de menos o, al menos, acordarte tú misma de esa persona. "Te necesito". "Ayúdame". "Gracias". "Te amo". Una llamada. Una mirada especial.
¿Estás segura de que podrás hacer eso mañana? ¿Que sabrás decirlo?
Nadie sabe.
Un accidente de trafico. Una encefalitis por herpes. Un tumor cerebral. Una operación que sale mal. Un golpe. Una caída. Y de pronto se acabó. Todo lo que eras se fue con aquello que te lo quitó. Todos los años guardando recuerdos, esforzándote por llegar a donde estás. Y de pronto, paf. Ya no hay nada. Lo que tan difícil fue, a dónde tanto te costo llegar, se esfuma. Todo es demasiado efímero. Y solo hace falta un segundo. Un aneurisma. Un ictus. Un tropiezo tonto. Quedarte dormida conduciendo. No mirar al cruzar la calle. Cambiar la radio. Tomar drogas. Beber alcohol. Quedarte en casa. Todo causa pérdida. Todo causa dolor. Todo causa rabia, impotencia, nostalgia. Todo limita. Todo te lleva a 0 en el marcador y con mayor dificultad.
Empezar de nuevo con mil limitaciones. Pero, con ayuda, conseguirlo.
Piénsatelo
Neuropsicología cognitiva.
Gracias P.


miércoles, 28 de septiembre de 2016

Maldita la noche

Créeme, lo vas a echar de menos. Lo vas a extrañar. Un mensaje de buenos días cada mañana. Y otro al medio día para ver qué tal te fue en el trabajo. Vas a extrañar el circo de los malabares que ella hacía para verte 5 minutos, aunque tú no lo sepas. Vas a echar de menos los sobres rojos en el buzón, con una sola frase que siempre te sacaba una sonrisa. Vas a extrañar que el día 21 de Junio a las 00:00 te llegue una felicitación preparada con toda la ilusión durante horas, aunque solo tenga una línea. Vas a extrañar que te pinte de colores los abanicos, que te lance cartas y fotos por debajo de la puerta de los hoteles, que te pinte una sonrisa cuando estéis juntas y que te arranque una carcajada cuando casi se parte los piños. Los bolis de Agatha Ruíz dela Prada, los gatos negros por Santa Teresa y los ojos brillantes de un ser que te adora. Vas a echar de menos la escena a lo Romeo y Julieta en tu balcón el día 1 de Enero a las 00:15. A todas horas te va a faltar algo que te lleva sobrando casi 10 años: “¿Puedes quedar…? Quiero verte”. Vas a extrañar que te respondan a la milésima de segundo, aunque ella tenga que escribir con la nariz, aunque eso tampoco lo sepas. No te llegas a hacer a la idea de la gran cantidad de cosas que vas a extrañar, pero tranquila, si sigues como hasta ahora, te vas a dar cuenta. Lo vas a notar. Lo vas a sufrir. Porque te falta muy poco para que llegue una noche y no tengas ese mensaje de buenas noches lleno de corazones, avispas y muchos besos, deseándote que duermas bien y tengas sueños de oro. Te falta muy poco para perder a la niña de la cara llena de dientes y brillo en la mirada cuando está contigo. Muy poco.

lunes, 29 de agosto de 2016

Quién fuera coche...

A veces las cosas que sientes son tan intensas que se te hace casi imposible expresarlas. Y eso hace que aún sea peor la sensación, porque creo que ya es lo suficientemente malo si esas cosas que sientes son negativas. Tus ideales, tus principios, la forma de pensar y tus posturas hacia ciertas situaciones van cambiando, en concordancia con los períodos de crisis que te permiten avanzar tras superar el bache. Pero hay una situación que aún no sé superar, porque directamente no hay situación. No hay problema. No hay nada que superar. ¿Cómo se supera algo que no pasa? Tienes una familia excelente, que te quiere y lo daría todo por ti. Tienes amigos, mejores de los que jamás imaginaste que existirían. Puedes estudiar algo que te gusta, puedes pagarte algún capricho y salir todo lo que quieras. Todo es estupendo. Pero eso es horrible. Cuando estás pasando por un mal momento te sientes mal, pero es reconfortante porque en cierto modo es un estado normal, si estás en una mala racha, estás mal. Pero cuando todo es perfecto, más de lo que mereces, ¿cómo demonios te explicas que te sientas tan extremadamente mal? Y eso, eso es lo horrible, porque te das cuenta que cuando estabas en crisis y te sentías mal, no era por el momento. Cuando algún pilar de tu vida falló, y te sentiste mal, no fue ese el motivo. Te das cuenta que pase lo que pase en tu vida, el único problema eres siempre tú. Y eso es más complicado. Porque, ¿cómo se arregla algo que no funciona si no se sabe donde está la avería? No soy un coche. No puedo abrir el capó y descubrir si lo que van mal son los frenos, si tengo que cambiar la batería o es el motor el que está perdido. Me encantaría ser un coche, ahora que lo pienso, porque así podría arreglarme. Y si no tengo arreglo, qué importa, trasto viejo al chatarrero y coche nuevo. Pero no puedo. No puedo nacer de nuevo, ni tampoco puedo arreglar el fallo si no sé cuál es. Ojalá supiera que es lo que va mal en todo ese enrevesado de cabeza que tengo encima del cuello.
Encima, si fuera un coche, le encantaría...

martes, 23 de agosto de 2016

Recuperación de abrazos perdidos

Llevo toda la vida aguantando las ganas de abrazar. Por vergüenza, por miedo, por rutina, por cobardía, por falta de tiempo, por superávit  de tiempo, por conocer demasiado, por desconocer demasiado, por miles de razones cada vez más estúpidas, que se tornan excusas cuanto más pienso sobre cada una de ellas. La cuestión es que tras 21 años acumulando ganas de abrazar, ahora que me estoy acostumbrando a ello produzco sobredosis. Porque abrazo más fuerte, abrazo más tiempo, abrazo con los ojos más cerrados, y la nariz más dentro del alma de mi receptor. Abrazo casi con ansia y desesperación, algo así como intentando recuperar todos esos abrazos perdidos.
Gracias a esas personas que se están llevando todo mi amor, que me dejan que abrace demasiado, que no me separan o me dejan de apretar, que dejan que yo sea la que decida cuándo me han recargado de luz. Que entienden que en algún momento, personas importantes me desabrazaron demasiado pronto, demasiadas veces. Toda la nieve y el cielo gris de mi interior se va derritiendo y tomando color. Pero, de vez en cuando, alguna que otra tormenta me vuelve a nevar. Soy la chica de la paciencia. Me intento recomponer, en serio, pero es más difícil de lo que jamás imaginé. Así que, por favor, personas que os estáis llevando todo mi amor, tened paciencia con la chica que está recuperando abrazos. Algún día será la primavera de vuestras vidas.
Espero…