Tu sola presencia espanta mis demonios. Con el simple hecho
de estar ahí ahuyentas cada fantasma que me aprieta fuerte. Porque tus brazos
aprietan más. Aprietan mejor. Tú, que eres toda luz, como un sol, alumbras cada
rincón de mi existencia. Sin dejarte nada. Ni una sombra. "Te juro que es
verte la cara y mi alma se enciende". Mi niña, ojalá pudiera explicar lo
que siento cuando te tengo justo enfrente, con cara de "estoy tramando
algo, ¿estás preparada?". Por más preparada que esté, siempre, siempre,
siempre me vas a sorprender. Con un abrazo que me derrite. Con un beso que me
deja con cara de "Nina, ¿que te pasa?". Con un masaje de "sé que
estás cansada de subirme para que vuele, pero si te masajeo la espalda ya
tienes fuerzas, ¿verdad?". Con un "¡choca surfera!, que se te va la
ola...". En fin. Miles y miles de posibilidades entre tu ilimitada
capacidad de hacerme feliz. ¡Feliz! Qué fortuna en los tiempos que corren
sentir felicidad. Que fortuna tenerte. Tú me salvas, mi pequeña gran
wonderwall.
Plus que ma propre vie.