martes, 29 de septiembre de 2015

Mi Diocesano

Dicen que los lugares no importan. Que un hogar no es una casa con un sofá y una cocina bonita, sino la persona a la que amas y con la que regresas cada día. Y que conste, creo que es verdad. ¿Acaso alguien prefiere quedarse con un lugar a hacerlo con una persona? Pero también pienso que existen lugares mágicos. Lugares que guardan almas, que guardan historias. Uno de ellos es este edificio con dos torres. Sientes todas las risas, vuelves a oír sus voces diciendo las mismas cosas de siempre. Incluso recuerdas las lágrimas y los malos momentos, acompañados de personas que convertían todo eso en felicidad. Cuando recorres este lugar y vas pasando por cada pasillo, revives los recuerdos.
Siento cada abrazo a escondidas con alguien que no debía abrazar y oigo los primeros "te quiero" de verdad que recibí y que regalé.
Pero, al fin y al cabo, este lugar estaría vacío sin las personas con las que se crearon esos recuerdos. Mil miradas especiales con esas dos torres de fondo