Yo estoy harta. No se vosotras. Y tampoco sé por dónde
empezar exactamente... Creo que empezaré por el principio.
¿Qué piensas cuando tienes que describir a un hombre? A
cualquiera se le vienen a la cabeza términos como fuerte, valeroso, manitas, trabajador,
etc. El hombre es siempre el que va a salvar a la dama. Él lleva las riendas de
todo, toma las decisiones importantes, es el líder. Si alguien pide ayuda
espera que un hombre sea el rescatador y, por supuesto, ¡un hombre no puede
pedir ayuda! Los hombres no lloran. Podría seguir, pero queda claro a lo que me
refiero.
Y ahora, ¿qué piensas si tienes que describir a una mujer?
Ella es la sensible, la empática, amable, ama de casa... La mujer es la
compañera. Ella debe ser discreta, y acatar las órdenes. Debe limpiar, hacer de
comer, cuidar de los niños... Es la dama en apuros.
Es triste pero cierto. Hay miles de estereotipos respecto al
hombre y la mujer. Ello induce al machismo, y eso no significa solamente pensar
que el hombre es superior a la mujer. El machismo se ve a diario, y todas las
mujeres lo sufrimos a lo largo del día todos los días. Son los micromachismos.
Y eso lo creamos nosotras mismas, empieza con los hijos.
No es difícil verlo. Aún hoy día, cuando le preguntas a un
niño pequeño qué quiere ser de mayor te responde cosas como bombero, policía,
médico, piloto de avión, empresario... En cambio, una niña te responde
secretaria, azafata, enfermera... Desde que somos niños nos están induciendo a
eso. Queremos igualdad, pero va a ser difícil llegar a ella cuando ni nos damos
cuenta de que seguimos promulgando lo mismo.
Cuando nace un bebé, si es niña todo será rosa y si es niño
azul. Cuando van creciendo, a los niños se les va regalando cochecitos,
aviones, juegos de construcción... y a las niñas muñecas, cocinitas, incluso
¡¡un juego de limpieza!! Poco a poco ellos van adquiriendo conciencia y van
viendo que son sus madres las que friegan, doblan la ropa, limpian la casa,
hacen de comer... y a sus padres trabajar y sentarse en el sofá a ver la tele
cuando llegan.
Pero es que los tiempos cambian, y la sociedad avanza. Ahora
la mujer también trabaja, y lo increíble es que ella ¡sigue ocupándose de la
casa sola! Bueno, tal vez un día el hombre tiene la "inspiración" de
"ayudarla" en algo.
En fin, sigamos con los niños. Porque siguen creciendo, y
llegan al colegio, donde tienen quizás un uniforme, por supuesto, pantalones
para los chicos y faldas para las chicas. Y cuando son pequeños eso importa
menos a la hora de jugar, pero al crecer, ellas ni siquiera pueden jugar al
fútbol en el recreo o ¡se les levantaría la falda! Y eso es una calamidad...Ya
en infantil hay secciones diferentes en las clases, juegos de niños y niñas. ¿Y
en las jugueterías? Exactamente igual. Las niñas van a la sección rosa, donde
encontrarán barbies, carritos de bebé, osos de peluche, nenucos, disfraces de
princesa o hada... y los niños a la zona azul, donde podrán encontrar
guerreros, coches, motos, pistolas y arcos de juguete, pelotas, disfraces de
súper héroe...
Y así se sigue promoviendo una sociedad desigual. Con padres
que no dejan a sus hijos llorar cuando se caen de la bici porque son "unos
machotes" y van corriendo a abrazar a su "princesa" porque se ha
hecho daño. Y es así cuando las niñas ven a sus madres trabajar y ocuparse de
la casa y se empiezan a creer que es su obligación. Y los niños ven a sus
padres sentados en el sofá y... ¡qué gustazo ser el niño!
Los hombres para nada tienen que tener el detallazo de
AYUDAR a las mujeres. ¡Pero en qué siglo estamos! ¡Las tareas son repartidas! Las
madres piensan que las feministas ya luchan por la causa, y que algún día se
conseguirá. Sin darse siquiera cuenta de que todo lo que esas feministas están
consiguiendo, con la educación que les dan a sus hijos, las madres mismas lo
están destrozando. Todo empieza en los niños y niñas, en el ejemplo que se les
da.
Aún cuando la familia se reúne en Navidad son las mujeres
las que hacen de comer y los hombres van a comprar las bebidas. Las mujeres
ponen la mesa, y cuando acaban todos de comer, ellas recogen y friegan mientras
los hombres fuman y beben. Como si ellos no hubieran comido o ensuciado. Y a
estas alturas, a la mujer eso le da coraje, hablando claro y pronto, y no le da
la gana levantarse de la mesa a ella tampoco. Y entonces viene lo peor. Las
mujeres que si que se han levantado a limpiar ni reparan en los hombres, la
miran solo mal a ella. ¡Incluso ella misma se siente mal por no hacer nada! Y
eso que tiene a su lado a unos cuantos hombres que ni siquiera se han percatado
que es hora de limpiar.
Y eso seguirá así mientras las madres y los padres no
eduquen igualitariamente, sin estereotipos. Y aunque esos padres lo hagan,
seguirá así mientras en los colegios no se promueva. Y si solo un par de padres
lo hacen así, un día tu hija llegará a casa diciendo que tiene que hacer tal
cosa porque es una niña.
Puedo poner ejemplos y no parar.
Hablando de familias nucleares o biparentales tradicionales, su hay hermanas y
hermanos, las hermanas son las que ayudan a su madre. Un ejemplo, terminan de
cenar y la madre empieza a recoger, y tanto el padre como los hermanos se
sientan en el sofá. La hermana se aproxima a ello, y entonces el padre le
suelta: ¿te parece bien dejar que tu madre recoja sola? Y a mí me entran ganas
de reírme, pero de reírme a carcajadas y llorando y todo, porque parece una
broma. Hay que reconocer que tiene gracia que te diga eso alguien que se acaba
de tumbar en el sofá a la misma vez que tu.
Otro más. Una familia en el que
los dos padres trabajan, y aún así es la madre la que se ocupa de todo en casa.
Los hombres no se dan cuenta de que ellos no son como sus padres, que han
cambiado de época, que ahora ella también trabaja. Ellos siguen relacionando
los términos casa-mujer y trabajo-hombre. Ellos llegan a casa cansados, pero
cuidado, las mujeres son robots, ellas nunca se cansan. Y lo peor es que las
mujeres lo consienten.
En fin, ¿más ejemplos? Quien los
quiera que me los pida. Esto es así de triste, y así de triste seguirá siendo.
Una hija se seguirá sintiendo mal si no ayuda a su madre, pero como el padre y
hermanos no lo hacen, alguien tiene que hacerlo, y ella ha interiorizado que es
ella quien tiene que hacerlo. Y así es la pescadilla que se muerde la cola.
Porque esa hija no puede dejar que lo haga todo su madre, pero si los hombres
no ayudan ella no puede más que hacer algo.
Esto pasa a diario. A diario las
mujeres siguen permitiendo limpiar, tender, recoger la ropa, doblarla,
plancharla, fregar, ordenar, hacer camas, recoger, hacer de comer... solas. Aun
cuando ellas también trabajan.
Pues nada. Sigamos.